Comúnmente, la mayoría de las personas sufren de algún tipo de neurosis sin siquiera saberlo y son esclavos de esta enfermedad tan característica de las civilizaciones de nuestra era. Muchos viven al servicio de su neurosis por años, sin saber de las implicancias y repercusiones que ello puede tener en sus órganos.
El fundador de la Terapia Gestalt, Fritz Perls, define al neurótico citando a Eliot en su célebre frase “no eres más que un conjunto de respuestas obsoletas”. Es fundamental precisar que la neurosis es un concepto que en psicoterapia Gestalt se aborda, confronta y se vivencia dinámicamente, movilizando lo que esta fijo, captando los rechazos del paciente, y por ende rescatando la sabiduría del organismo de la persona. En este enfoque, se define a un organismo sano como aquel que es capaz de hacer contacto con las figuras que emergen en su campo, para luego permitirse una retirada que permita volver a estar en un estado de vacío fértil.
El organismo cuando funciona neuróticamente disminuye su capacidad de darse cuenta, por lo tanto la posibilidad de tener un continuo de conciencia es cada vez menor. Esto sucede porque el repertorio conductual de la persona con el pasar de los años se va manifestando en una estrechez de posibilidades para contactarse con su medio ambiente. La vivencia se va rigidizando y estereotipando, dejando poco espacio para la libertad y espontaneidad de nuevas formas de estar y ser en el mundo. Generalmente las personas que viven neuróticamente tienen mucha dificultad para tomar conciencia de su existencia ya que se interrumpen a sí misma de diversas maneras, evitando o cortando dicho proceso.
La neurosis en sí misma es una solución neurótica y por ende ejercita la evitación del contacto diariamente en las personas. El fenómeno de la neurosis es algo que puede repercutir en el cualquier parte del cuerpo de una persona o paciente; el que se manifieste y se exprese a través de un síntoma o enfermedad en un órgano en particular es lo que la Dra. Adriana Schnake ha descubierto a lo largo de sus años de trabajo; y la forma de trabajar con estos consiste principalmente en leer este mensaje y de ayudar a que el paciente tome su significado y se de cuenta. Esto último es uno de los ejes principales la psicoterapia Gestalt. Poder descifrar lo que trae consigo una enfermedad es algo profundamente personal, esto quiere decir que nos da la oportunidad para aprender y tomar conciencia de por ejemplo de nuestro lado más rechazado. Fritz Perls por su parte nos trasmite que hay que “aceptar lo sano y parar lo neurótico” “frustrándolo”.
En terapia, el trabajo de “diálogos gestálticos del cuerpo” tienen como finalidad rescatar lo esencialmente sano del funcionamiento de cada órgano y corregir desentrañando creencias neuróticas que están instaladas, redirigiendo el funcionamiento de nuestro cuerpo. Citando nuevamente a la Dra. Schnake, “hay dos maneras de conectarnos con los mensajes de nuestro cuerpo. Uno inadvertida y poéticamente con la cual no buscamos y no esperamos nada, simplemente nos hundimos en la sensación de la parte de nosotros mismos o de las naturales y dejamos surgir la emoción con un ritmo, un sonido, un color y hasta un aroma. Y la segunda es a través de los diálogos gestálticos y polaridades, donde el otro necesita ser ayudado”. Esta breve cita invita a quienes trabajan en el área de la salud a trabajar sin miedo, a mirar la totalidad de la persona, y no sólo localizarnos en la sintomatología para ver de qué tipo de enfermedad se trata, sino más bien en confiar en que todo individuo si está vivo es gracias a sus funciones organísmicas, que incluso que por más que estén en desequilibrio, en esencia tienden a la salud. En el enfermo hay un grado de salud que le permite estar vivo y es a eso a lo que el terapeuta debe también prestar atención, facilitando un contacto entre este aspecto sano y el funcionamiento enfermo que la persona viene cargando y trayendo a terapia, lo que en la mayoría de las veces está causando algún tipo de trastorno.
En un diálogo gestáltico con un órgano se debe procurar tener la intención de que el paciente pueda conocer, confrontar y aceptar algunos aspectos rechazados del órgano y de esta manera poder generar una integración de éstos. Normalmente cuando se trabaja con órganos, aparece una Gestalt no resuelta a través de estos diálogos, y que sólo se le puede dar un significado cuando se vivencia. El cambio se produce en lo vivencial y para que haya vivencia tiene que haber un contacto. Si hay contacto ocurre simultáneamente un darse cuenta.
Es importante que el rol del terapeuta o facilitador se mantenga con una actitud fenomenológica y no interpretativa, así como también con una posición respetuosa, igualitaria e inocente frente a lo que le sucede y vive la persona. El único objetivo que tiene el terapeuta en este diálogo entre el paciente y su órgano es que acepte la presencia del órgano y que se de cuenta que no es posible que no reconozca tener nada parecido a él, ya que nacieron juntos y siempre han estado presentes, compartiendo el mismo cuerpo desde sus inicios.
Los diálogos gestálticos del cuerpo constituyen una herramienta de gran utilidad para tratar el cáncer. Normalmente quienes padecen esta enfermedad experimentan una rigidez psíquica y neurótica que les imposibilita conectarse con su lado más humilde y vulnerable. La enfermedad viene a ser un reflejo de una prolongada distancia con lo emocional, y sus síntomas constantemente comienzan a darle señales y mensajes que según el órgano que se trate, al paciente no pueden resultarle indiferentes para su existencia.
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